jueves, 27 de febrero de 2014

Medios de Comunicación y Cultura

Medios de comunicación y cultura:

            El recorrido a través de las definiciones clásicas sobre el carácter de los medios de comunicación, inducen a la categorización de éstos como herramientas escapadas del nivel infraestructural. Así los medios de comunicación de masas, tanto para los idealistas como para los materialistas, se confunden entre lo que producen y lo que constituyen como herramienta al interior de los modos de producción: “La institución de los medios de comunicación de masas constituye un conjunto inconfundible de actividades (enviar y recibir mensajes) que llevan a cabo personas que ocupan determinados roles (reguladores, productores, distribuidores, miembros del público) de acuerdo  con determinadas normas y acuerdos (leyes, códigos, y usos profesionales, expectativas de la audiencia y rutinas)”. [1]
            Los medios de comunicación constituyen un elemento más de la base estructural de la formación social. No se trata establecer parámetros formales que artificialmente ofrezcan una definición aceptable. En todo caso se trata de dilucidar las razones que han inducido a la confusión del concepto. Partamos de la tendencia a estratificar la cultura e incluso haciéndola aparecer como ajena a la ciencia. De manera que el proceso de producción de conocimientos está sujeto a ser categorizado como supracultural o paracultural. De igual forma cuando se habla de la relación entre tecnología y cultura, se afianza la tendencia hacia la separación de los conceptos: “Los críticos conservadores de tendencias democráticas se refieren negativamente a la cultura de masas porque la ven como la cultura de los incultos,...Los críticos de la cultura de masas que simpatizan con el pueblo <<llano>> y la democracia suelen compartir buena parte de esta opinión sobre la cultura en cuanto a tal...pero no culpan a la gente que la consume, sino a quienes cinicamente la imponen...”.  [2]
            De allí que existan definiciones de los medios de comunicación de masas,  signadas por la confusa creencia en que existen cosas creadas por el hombre que no son cultura y que existen conocimientos verificables que no son ciencia. La cultura constituye todas y cada una de las obras del hombre y en su seno se suceden procesos de producción de conocimiento verificables denominados ciencia[3]. Las modalidades de cómo se produce el conocimiento y los medios utilizados, singularizan los modos de producción de un grupo social discreto. Ello es válido en materia comunicacional.
            Mandel estableció que la liberación del pulgar, el crecimiento del cerebro, la posición erecta y la constitución de un sistema nervioso desarrollado, le permitieron al hombre transformar la naturaleza mediante el trabajo y desarrollar el lenguaje como instrumento de organización social.[4]  Trabajo y lenguaje por definición son sociales y por ende constituyen cultura. Si admitimos esta reconstrucción histórica, encontramos que los sistemas de comunicación se originan en el proceso productivo, e incluso per se la comunicación constituye un:proceso simbólico mediante el cual se produce, mantiene, repara y transforma la realidad[5]La producción de herramientas comunicacionales satisface la necesidad de afianzar los imperativos de homogeneización cultural mencionados por Ribeiro en su definición del proceso civilizatorio: “...la capacidad específicamente humana de comunicación simbólica, responsable de la inclusión de la vida social en cuerpos de herencia cultural...hacen que todos los desarrollos posteriores  dependan de las características de grupos preexistentes...” [6] Así la demanda de los instrumentos para la consecución de esa comunicación simbólica colectiva, generó una extensión de los procesos de producción, hacia áreas más sofisticadas que las destinadas a la satisfacción de las necesidades primarias. Precisamente por encontrarse tan alejado de la producción material de bienes, se afianzó la tergiversada idea que las herramientas comunicacionales no pertenecían a los medios de producción atribuyéndolos al sector administrativo y gerencial de las formaciones sociales[7]. En los albores del siglo XXI, esa confusión de los medios de comunicación con los elementos superestructurales de las formaciones sociales, dificulta la visualización del proceso que se está gestando: El desarrollo de las fuerzas productivas a partir de los medios de producción sin equivalencia con el desarrollo de la fuerza de trabajo.
La occidentalización como proceso de diáspora cultural, ha inducido la identificación entre procesos de  difusión cultural y la consolidación de la denominada cultura de masas. Esta modalidad cultural, pareciera emerger de la direccionalidad occidentalizante, inducida por los medios de comunicación. En apariencia, la cultura de masas como fenómeno moderno dio inicio al proceso de homogeneización cultural universal; mediante la difusión continua de códigos a través de los medios de comunicación de masas. La aparente certeza de la afirmación anterior, se verifica en la difusión del paradigma moderno como referente histórico universal; lo que induce a pensar que es desde la aparición de la imprenta cuando el proceso de homogeneización cultura se inicia y aún no se detiene. No obstante, la realidad de la homogeneización cultural es históricamente verificable incluso en las sociedades prehistóricas: ”...las sociedades humanas, en el curso de largos períodos, fueron afectadas por dos procesos simultáneos y mutuamente complementarios: uno de ellos responsable de la diversificación y el otro de la homogeneización de la cultura.” [8]  Aunado a ello, Ribeiro estableció la existencia de tres condicionamientos básicos de naturaleza extracultural que intervienen en la conformación de la cultura:
a) Condicionamientos biológicos.
b) Condicionamientos de vida asociativa (carácter gregario).
c) Condicionamientos psicológicos.[9]
           



  En consecuencia, el fenómeno conocido como cultura de masas, no es producto de la aceleración evolutiva inducida por los desarrollos tecnológicos de las comunicaciones, en las sociedades industriales. En todo caso, se trata sólo de imprimir aceleración evolutiva a uno de los condicionamientos que participan en la conformación de la cultura: El condicionamiento psicológico. Los otros dos condicionamientos sufren la incidencia del condicionamiento psicológico inducido por los medios, sin que las condiciones materiales en la que éstos se desarrollan necesariamente sufran cambios significativos. Corolario del imperativo ecológico diferencial omnipresente e indefectible en la cotidianeidad de los sujetos sociales.
            Recapitulando, podemos afirmar que la difusión cultural constituye un fenómeno universal; mientras que la cultura de masas expresa una modalidad de difusión cultural característica de la modernidad. De ésta manera, afirmaciones cómo las de Morin en el sentido de atribuir a la cultura de masas la capacidad de “....debilitar todas las instancias intermediarias-desde la familia hasta la clase social- para constituir una agregación de individuos -las masas- al servicio de la supermáquina social... “[10] adolecen de la objetivación absoluta del proceso comunicacional. Donde el sujeto abandona los imperativos diversificadores del proceso cultural sin romper con el imperativo de adaptación ecológica diferencial, proceso que es imposible. De allí que los defensores de la teoría culturológica de los medios, observen: “Los mass media pueden transmitir mensajes muy distintos y encontrar niveles muy distintos de receptividad; los mass mediólogos, al  jugar con el efecto de aureola se conforman con despertar el modelo arquetipo del condicionamiento a través de la imagen publicitaria” [11].
            Ahora bien, de las afirmaciones anteriores no se deduce necesariamente la existencia de un equilibrio en la acción comunicativa que se produce en las arenas de los medios de comunicación de masas. Por el contrario, el fortalecimiento del sujeto emisor en detrimento del sujeto receptor, pareciera acentuarse con la implementación de nuevas tecnologías. La tendencia es que la comunicación política se enclaustre en la acción dramatúrgica, en presencia concomitante y eventual de otras modalidades de acción política comunicacional. Prescindiendo de la acción comunicativa.
Sin embargo, el proceso sociológico dónde las condiciones materiales empujan a los sujetos a confrontar la imagen difundida por los medios de comunicación con el referente es indefectible. La acción comunicacional políticamente eficiente, no puede eludir  permanentemente la convocatoria de referentes comunes, fundamentados en la realidad del hecho y no en la imagen que de éste se desee difundir. Esto último se afianza por el carácter dual de productor de bienes y servicios característico de los medios de comunicación. 
La evidencia tangible del carácter históricamente productor de bienes y servicios de los medios de comunicación se descubre al evocar cómo la acumulación de conocimientos ha sido tradicionalmente incentivada, administrada, archivada y difundida por quienes ejercían el poder político. El monopolio del servicio postal es un ejemplo: “Desde los días de Salomón y Sheba hasta el reinado de la Reina Elizabeth I, el servicio postal estaba reservado para el uso de la realeza y los ricos. Sólo en el siglo dieciséis del surgimiento de la clase  mercantil hubo la necesidad para un real medio de comunicación dirigido a acuñar el monopolio real del correo.”[11] 
Ahora bien, los conocimientos sometidos a ese proceso incluían todo el espectro cultural. De hecho, la tergiversación del concepto de medios de comunicación se inicia a partir de que los elementos superestructurales del sistema social pasaron a fungir de difusores, administradores y evaluadores del espectro cultural, parcelándose la cultura en una suerte de cultura dominante y cultura tradicional. Lo que bien hoy se conoce como cultura de élites y cultura de masas, que en última instancia pertenecen a una misma definición que distingue dos manifestaciones de la cultura: Empírica verificada y empírica no verificada[12].
            Los medios de comunicación como medios de producción, no producen información -verificable o no-,  sino que implementan mecanismos para la difusión de ésta. Constituyen una de las arenas donde se produce el debate político. En principio, no son los actores del debate. La cualidad de medios difusivos de información, es lo que les define como productores. Producen y constituyen  los instrumentos implementados por el emisor,  para la difusión del mensaje. La modalidad de acción comunicacional, responderá a los objetivos y estrategias del emisor; difundiendo: Fines, valores, estrategias, costumbres, propaganda, autorepresentación y/o comunidad de significados en búsqueda de intercomprensión.
Frente al receptor, es inevitable la visión parcial de los medios, cuando éstos constituyen arenas de confrontación retórica y/o propagandística. Los medios de comunicación aparecen exclusivamente como vendedores de servicios y no como productores de bienes. Sin embargo, este sector productivo posee la cualidad de generar ambas mercancías. En la sociedad industrial ese carácter dual de la producción generada por el sector comunicaciones, se ha profundizado, originando una aparente dinámica cultural universal, con tendencias homogeneizadoras del conglomerado social bajo el paradigma occidental. Produce bienes y oferta servicios, que obligan al consumidor a incrementar la demanda de bienes que le liberen del ostracismo informático. De hecho,  la definición  de Brezinski referida a una sociedad tecnotrónica aproxima a la realidad sociocultural que conocemos hoy: “La sociedad tecnotrónica es una sociedad cuya forma está determinada en el plano cultural, psicológico, social y económico, por la influencia de la tecnología y de la electrónica -especialmente en el campo de los ordenadores y de las  comunicaciones.”[13] .


[1] Frederick Howard: Global Comunication and International Relations. Belmont California. Wadsworth Publishing Company, 1993, p.16.
[2]  )La cultura de élites en este caso se identifica con la ciencia. Pese a la consideración de que tradicionalmente la cultura de élites ha sido caracterizada como la cultura de la clase dominante, consideramos que esa acepción solo alude  el aspecto ideológico y de adscripción sociocéntrica  del sujeto, operativizando el concepto.  Mientras que la definición de cultura de élites identificada con la cultura expresada como ciencia, posee un referente concreto que posibilita la aplicación no operativizada del concepto. Expresa el conocimiento sistemática y metodológicamente verificado.
[3]    Armand Mattelart: La Comunicación-Mundo. Historia de las Ideas y de las Estrategiasop. cit., p. 196.[1]    Denis Mcquail: Introducción a la Teoría de la Comunicación de Masas. Barcelona. Ediciones Paidós,  1983, p. 39.
[2]    D. Mcquail: Introducción a la Teoría de la Comunicación de Masas…  op. cit., p. 44.
[3]    Ver Supra Cap. I
[4]    Ernest Mandel: Tratado de Economía Marxista.  Tomo I.  México. Ediciones Era, 1977,  p. 22.
[5]    J. Carey: Communication as Cultura… op. cit., p. 23
[6]    D. Ribeiro: El Proceso Civilizatorio: Etapas De La Evolución Socioculturalop. cit.,  p. 22.
[7]    Incluso, la administración y gerencia al interior de las formaciones sociales produce servicios. Su ubicación superestructural es sostenida por los excedentes generados por las fuerzas productivas del sistema.
[8]    D. Ribeiro: El Proceso Civilizatorio: Etapas De La Evolución Socioculturalop. cit., p. 22.
[9]    D. Ribeiro: El Proceso Civilizatorio: Etapas De La Evolución Socioculturalop. cit, p. 22.
[10]   Edgar Morin : L'esprit du temps. Paris.  Editions Grasset, 1962,  p. 178.
[11]  Pierre Bourdieu y Jean Passeron : "Sociologues des Mythologies et  Mythologies des Sociologues". En Les Temps Modernes. Nº 211. Paris. Éditions Gallimard, 1963, p. 24.  

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